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Había aumentado de peso con el tiempo y de tamaño , sin embargo me sentía una maleta demasiado pesada que me comenzaba a dificultar continuar el viaje.  Estaba tan llena que parecía no cabria nada mas, ni una experiencia mas, ni un sueño mas.Me sentía repleta, sin embargo, Clarita insistía en llenarme con los tesoros que encontraba. Yo me sentía saturada. Me abría y saltaban todas las vivencias,los aprendizajes,las medallas y trofeos acumulados a través del camino que había logrado adquirir  a través  de tantos viajes. Me sentía agradecida por ellos pero ahora después de tanto  realmente quería sentirme mas liviana para poder avanzar. Un día decidí vaciarme de todo, sin embargo no era tan fácil como pensaba. Cada detalle que me contenía era importante y traía recuerdos de lo vivido, sin embargo la sabiduría que era lo único invisible en mi interior me decía que realmente todo eso no era tan relevante como yo pensaba. Entonces tuve que comenzar a convencer

“Ésta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador. Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando, es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda. Un día, el buscador sintió que debía ir a la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días por caminos polvorientos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores preciosas; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada. Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto, sintió que se olvidaba del pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El b

Estamos en la flor de la vida 60-70-90-100 -110…   Despidiendo mi década cincuentañera con una gran emoción de alegría y un profundo agradecimiento, por todo lo que confieso haber vivido,  por lo que visualizo me toca vivir todavía, hasta que este hermoso viaje, llegue a ese tramo final, para continuar  mucho más liviana y con el espíritu libre. La energía, al igual que mi cuerpo, se ha transformado con el tiempo, de forma extraordinaria. Admiro  toda su belleza y sabiduría perfecta, como parte de las etapas maravillosas de la   naturaleza que me rodea y de la cual me siento parte activa. Nostálgica, también a veces y aceptando mis emociones con toda la información que me transmiten, como un radar que  permite reconocerlas y a la vez transmutarlas en bendiciones,  innumerables experiencias de aprendizaje que llevo en mi ser como bagaje y celebrando la lluvia, la noche, la luz y oscuridades de mis días, meses, años y extraordinarias lunas en todas sus fases.